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Hace mucho me cosquilleo la fantasía y la melancolía y cuando las saqué de mí se volvieron letras, luego se fueron al olvido y de ahí parto, para compartirlas con mis amigos.

jueves, 9 de julio de 2009

Manejando el enojo

Ahora vengo con este asunto de manejar el enojo, porque ahora me doy cuenta que enojarse está bien, finalmente es una emoción y como tal debe de fluir.

El problema particular al que me enfrento es la manifestación de esa emoción y por ello ahora exploro el enojo como una herramienta para alcanzar objetivos trascendentales y salir de la zona cómoda.

Así que enfrentarse al enojo supone más miedo que fuerza y comprometer la sobrevivencia, lo que hace ir a los extremos de la ira o de la impavidez, que de ninguna manera ayudan a lo que realmente quiere el enojo.

El enojo quiere avisarnos como emoción, que algo no está bien, con esa sensación en el estómago te notifica que estás haciendo algo en contra de lo deseas y que no comprendes o aceptas.

El enojo debería de ayudarnos a identificar las cosas que creemos que no están en su lugar y nos origina una motivación a cambiarlas. Si algo te está haciendo sentir incómodo, ¡cámbialo!

Pero si nuestro enojo solo es frustración o ataques de ira que surgen de la nada y explotan en la cara de inocentes como nuestros seres queridos, quiere decir que no lo estamos dejando fluir bien y como emoción nos bloquea y debilita.

A mi me encanta la idea de que todo pudiera salir adelante sin confrontaciones, pero entiendo que las confrontaciones son parte de nuestra existencia, pues son los eventos que nos permiten defender nuestra integridad e individualidad de los demás, aunque también nos permiten negociar y obtener beneficios de la individualidad de los otros.

Así que respiro y acepto que defiendo lo que digo, pienso y siento, pero admito que también los otros tienen derecho a decir, pensar y sentir a su manera y reclamar los espacios que crean convenientes para ellos. Hay suficiente para todos en este universo, y tarde o temprano todos tendremos lo que merecemos.

Me responsabilizo de mis decisiones que pueden ser erradas o correctas y que pueden dar resultados que no me satisfagan, pero puedo tomar otras más adelante para lograr mejores resultados.

Admito con toda tranquilidad que el enojo es una emoción, igual que la de bienestar y me ayuda a modificar y construir la realidad a mi satisfacción.

Aprovecho la oportunidad que me da el enojo, para preguntar "¿Para qué?", ¿para qué me serviría tomar acciones violentas? o ¿para qué tengo que sentarme a negociar con alguien que no me simpatiza o no le agrado?, ¿para qué debo tolerar por un tiempo situaciones que no son agradables?, o ¿para qué haré un cambio radical? Todo tiene un destino, lo decida o no. La ventaja es que puedo decidirlo.

Si la respuesta te satisface y calma tu enojo, ya podrás ver que la situación podrás modificarla paulatinamente, pero si sigues sintiendote enojado y no te satisface la explicación, entonces estás dispuesto a hacer algo drástico para cambiar la situación, pero entonces la pregunta será ¿Para qué quiero cambiar ésto? Si la respondes y te parece mucho mejor que lo que vives actualmente verás qu precio debes de pagar y si estás dispuesto a pagarlo.

Así que si sientes ganas de enojarte, enójate, frunce el ceño y dí "Estoy enojado, porqué pienso, siento o digo que...". No por enojarte y expresarte quiere decir que tienes la razón, pero al menos al "disparador" de tu enojo ya le diste una pista, para saber si te puede ayudar en algo.

El peor enojo es el que tenemos contra nosotros mismos y se lo achacamos a otros. A veces nos traicionamos tanto nosotros que nos enfurece y es por ello que debe fluir el enojo, antes de que se convierta en ira o indiferencia.

Así pienso, siento y digo que es el enojo, al menos para mí. Ya les avísare que tal me va con esta exploración.

Además paso una liga interesante: http://www.paramisalud.com/topic/esdepanger

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