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Hace mucho me cosquilleo la fantasía y la melancolía y cuando las saqué de mí se volvieron letras, luego se fueron al olvido y de ahí parto, para compartirlas con mis amigos.

lunes, 25 de mayo de 2020

Día 60 y tantos ...

Ciudad de México a 25 de mayo del 2020

Sin darme cuenta he cumplido más de 60 días en confinamiento voluntario, un confinamiento que para ser honesto, no ha sido tan estricto como pudiera pensarse. 

Salgo en ocasiones por la tarde para darle la vuelta a los perros, en otras ocasiones (las menos) salgo por alguna cuestión a la tienda de abarrotes, intento evitar las idas al supermercado y eso sí cada semana, la salida obligada a una de las zonas con más alto riesgo de contagio: La Central de Abasto de Iztapalapa.

Por supuesto seguimos en casa políticas de desinfección al entrar y salir, aunque también siendo honestos no llegamos a extremos tipo médico o industrial como lo hacen algunos vecinos de mi edificio, pero tampoco sin llegar a un relajamiento total.

En cada salida de regreso, dejamos los zapatos en la entrada de la casa y los dejamos en desinfección. Cuando vamos a la Central de Abastos, ahí es más rigorista el ritual que incluye despojarse de la ropa y realizarse el baño al llegar y con la consabida desinfección de bolsas y productos que vienen de allá.

Pero también desde hace 3 semanas he notado un relajamiento que se va incrementando en los vecinos y transeúntes de mi barrio cuando salgo. Cada vez más gente sin tapabocas, cada vez más gente en la calle y todos como si nada. Las personas como masa, reaccionamos de manera muy distinta, en especial desde que el presidente hizo el ingenuo anuncio de "aplanar" la curva.

Y bueno te encuentras ante la famosa "esencialidad del trabajo", nos guste o no a muchos les gusta pensar que su trabajo es esencial o que su empresa es esencial y de ahí que no se protejan a los empleados y se piense que se debe "seguir trabajando" para que no se detenga el país.

Miro a algunos de mis vecinos salir en las mañanas, vestidos de oficina rumbo a su trabajo, sinceramente en un momento como estos me hace cuestionarme si realmente son esenciales o tan esenciales que no pueden permanecer en su casa, ni usar un tapabocas, pero en fin es solo mi prejuicio, porque desconozco de su actividad.

Por otro lado también veo otros tantos que según ellos no pueden usar el tapabocas porque los asfixia, porque no pueden respirar y mejor lo bajan por la nariz o porque no les escuchan. Solamente viene el tema de "incomodidad" y no estás dispuesto a eso.

En la Central de Abastos cada fin de semana, me encuentro diferentes escenarios desde el optimista y no pasa nada, hasta el más apocalíptico vivido entre la semana del 10 mayo,dónde casi todo estaba cerrado y sentía una vibra de más temor.

Pero también encuentro familias enteras con niños comprando como si nada, gente tosiendo con el tapabocas abajo, invadiendo la sana distancia. Por mi parte de regreso ejecutando un más elaborado ritual de desinfección y aislamiento para diminuir las posibilidades y defender mi salud, mi estilo y mi ingreso.

Y también ves la cara de preocupación de los marchantes y las historias sobre como si van uno que otro con COVID, pero que con unas inyecciones de vitamina quedaron a todo dar, porque sino ¿cómo sobreviven?

- Morirse es para los pendejos y débiles. Podría resumir en esa afirmación los comentarios que se escuchan de esos atletas del diablito y huacales y de muchos de sus clientes (incluyéndome). 

Luego obvio se relaja más por la cantidad de tiempo, tanto miedo, pero no ves personas desplomándose en las calles, ni muriendo inmediatamente y puede generar indolencia, soberbia, incredulidad, negación, hasta que ves a tu vecino salir en una camilla especial.

Cada semana recibimos un recital diferente de diferentes artistas ambulantes, que van desde una original marimba ejecutando melodías de rock, grupos norteños, tamboras desafinadas, violinistas, acordionistas, cantantes y saxofonistas. Mis vecinos lanzando monedas, despensas y también quejas porque ahora somos una "buena calle" para tocar y nos perturban en ocasiones. Qué incomodidad.

Hoy salí a caminar por 20 minutos después de 4 semanas, un poco de ejercicio, un poco de distracción del trabajo y de las posibilidades de crisis económica y de todas las posibilidades que nos aguardan que parecieran nada gratas.

Hoy vi igual una decena de "deportistas", corriendo, obvio sin mascarilla y fortaleciendo su sistema inmune.

Todos están urgidos porque se declare fuera la pandemia, que se decrete la normalidad, que por arte de magia o de poder de líderes se arregle lo que estaba mal  o por lo menos a cómo estábamos.

Al gobierno fiel a su tradición (me refiero a los que nos acordamos que AMLO y su gente hace inauguraciones parciales), seguramente dirá que para junio comenzaremos a regularizar las actividades, pero en mi punto de vista seguramente esto sucederá para agosto si bien va. Es más creo que nos arrojaremos antes a presionar para que la pandemia se doblegue a nuestras "necesidades económicas" y creo si bien nos va no pasará nada, pero si a la naturaleza no le parece, tal vez sea contraproducente.

A muchos les gusta pensar que seremos mejores después de esto, yo sigo creyendo que seremos diferentes pero no necesariamente mejores y no por mucho tiempo. Y tal vez otro mes extra termine creyendo que otra vez tengo razón.

martes, 5 de mayo de 2020

Semana 6 y contando

Ciudad de México, martes 5 de mayo de 2020

Y llegamos a la sexta semana de "confinamiento" voluntario y en esta semana tuvimos un incidente en el edificio en el que vivimos. Que nuevamente me muestra como en un espacio de 10 departamentos es solo una representación de lo que puede ser nuestra sociedad.

Uno de los departamentos tuvo una "pequeña" fuga de agua y como se renta ocasionalmente, al parecer dejaron una llave goteando y junto con un fregadero tapado, durante 15 días. Resultado: Una gran inundación al departamento de abajo y así otros 2 pisos.

Los vecinos tuvimos que salir de nuestro "aislamiento" para trabajar juntos en palear el agua, ayudar a secar, cortar el suministro del agua, cortar el suministro eléctrico y así. Así de súbito como llegó la cuarentena, así se interrumpió y luego regresamos.

En estas semanas he asistido a un velorio exprés, ayudar a vecinos y adentrarme en una zona de alto contagio en la Central de Abastos, que me hace sentir como en una escena inicial de Soy Leyenda.

Sigo por un lado envidiando a los que están aprendiendo a tocar guitarra, acaban todas las series de Netflix, porque mis jornadas son más largas. Apenas ya pude tener un día libre el 1 de mayo y eso por la inundación.Pero supongo que también soy envidiado por conservar todavía ingreso y trabajo.

Siendo honesto todavía me da más miedo regresar que seguir encerrado. Me asustan más las expectativas ingenuas. Sigo pensando que no será mejor, sí será diferente, pero no necesariamente mejor.

Mientras seguiré escuchando mi audiolibro, ya que no tengo tiempo de leer.