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Hace mucho me cosquilleo la fantasía y la melancolía y cuando las saqué de mí se volvieron letras, luego se fueron al olvido y de ahí parto, para compartirlas con mis amigos.

sábado, 24 de marzo de 2012

La sorprendente muerte


No sé que ocurre primero si la muerte para que el mundo cambie, o si el mundo cambia y la muerte no es otra cosa que una consecuencia.

Nadie lo esperaba, sólo ella esperaba el camión, su amiga la esperaba, su trabajo la esperaba, sus niños la esperaban, sus hijos y esposo la esperaban y todos quedaron esperando por alguien que no supo esperar.

Y así como es costumbre la muerte nos sorprendió de frente, como una camioneta que te impacta, como mucho ruido y luego el silencio y luego mucho sueño.

Y luego a se siente el viento, el aire, pero ya la boca seca, ya sin sabor en los labios, ya con lo brazos pesados,  ya como dejándote ir.

Y el silencio acompaña a tu ausencia, a la esperanza de verte llegar, a la pena de encontrar tus cosas y saber que ya no las necesitarás y que estamos aquí necesitándote.

Sorprendidos por la muerte, preguntando que pasó, dando vueltas como perdidos, como buscando sin encontrar, la muerte siempre sorprende no importa si la esperas o no.
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Pero si tu muerte fue sorprendente, más lo fue tu vida, que fuiste querida en más de una casa, que con tu generosidad, que con cariño lograste tocar nuestras almas aunque no tendrías porque hacerlo.

Muchas Gracias Vicky, se que estás en un lugar mejor, sé que escogiste una vista envidiable y supimos cuanto nos quisiste, solo esperamos que también supieras lo mucho que te quisimos.

martes, 20 de marzo de 2012

Quedarme callado

Tantas hojas en blanco, tantos silencios, tantas veces quedar callado.

Me gustaba estar callado, callado sin ganas de gritar, sin ganas de llorar, sin ganas de extrañar, solamente callado, callado en mi felicidad, en mi egoísmo, en mi bienestar.

Tantas hojas en blanco que aboné, tanto orgullo del silencio, tanta vida por vivir.

Me gustaba callarme, callarme lo que no tenía, lo que no extrañaba, lo que no necesitaba, me gustaba ser otra cosa que no fueran estas letras.

Tantas hojas en blanco, de las lágrimas que ahorré, de las risas que escondí.

Me gustaba callarme, sentarme enfrente y no poder escribir porque no dolía, porque si sentía pero no valía la hoja en blanco, no valía un carajo ser feliz y si valía no valía la pena escribir.

Tantas hojas en blanco, mirándome burlonamente, mirándome sin mi orgullo, mirándome sin ti, mirándome sin mí, mirándome sin nosotros, mirándome y esperando, solamente esperando.

Porque una vez pensé, que nomás de dolor escribía, que de la paz y dicha no sabía, me quedé callado porque de sufrir no valía la pena escribir y se me estaba olvidando.

Pero ya recordé, ya las hojas me alcanzaron, sigue sin valer la pena, pero para que quedarme callado.