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Hace mucho me cosquilleo la fantasía y la melancolía y cuando las saqué de mí se volvieron letras, luego se fueron al olvido y de ahí parto, para compartirlas con mis amigos.

domingo, 13 de junio de 2010

Ponerse de acuerdo

Acabo de pasar por una de las experiencias más frustrantes que he tenido, he estado en varias mesas de negociación en dónde no se avanza nada, pero al menos existe ese acuerdo de que no se avanzó en nada.

Ahora participe en una de las reuniones del edificio dónde vivo, con mis vecinos para tratar de ponernos de acuerdo en temas de seguridad, ya que se han presentado diversos incidentes que preocupan en el acceso al edificio.

Son 10 departamentos con personas que llevan viviendo en él desde más de 30 años, 20 años, 10 años y otros que tenemos mucho menos que eso.

Para empezar en el edificio dónde vivo, no existe una administración, ni un consejo, ni nada. La administración o lo que se puede llamar así la llevan dividida con las actividades más elementales como la basura, el pago de un limpiador eventual etcétera.

Nadie quiere llevar la Administración del edificio para no involucrarse más allá, somos casi el único edificio de la calle que no tiene conserje, administrador o vigilancia de planta, puertas eléctricas, etc.

Pero lo que más preocupa es que no tenemos organización, nadie desea tomar iniciativa, y cualquier sugerencia es desechada, minimizada o menospreciada por intentos anteriores o falta de presupuesto.

No hay discurso, ni orden, solo gritos, indirectas, directas y descalificaciones que no permiten avanzar a lo que sigue y por tanto ni siquiera avanzar en alternativas.

Y entonces se puede vislumbrar los diferentes perfiles:
  • Los que gritan mucho para no dejar oír lo que los demás desean expresar
  • Los que ignoran cualquier comentario
  • Los que callan y se van
  • Los que explotan por cualquier detalle
  • Los que piensan que todo tiempo pasado fue mejor y no se puede mejorar
  • Los que dicen que pueden hacer algo pero quién sabe si lo puedan hacer
  • Los que descalifican a los que puedan hacer algo
  • Los indolentes o indiferentes
  • Los que dicen que todo es por dinero
  • Los que dicen que no necesitan nada
  • Los que se benefician de todo este caos, para obtener más y dar menos,
¿El Saldo? Bueno al parecer quedamos con un acuerdo, pero para ser honestos ninguno al final de la reunión parece realmente haber comprendido el acuerdo o la necesidad.

Y entonces me viene el escalofrío de pensar, que sí así es en mi edificio, qué será de nuestro pobre país, que será de los que queremos ponernos de acuerdo y aunque como decía Goethe "No importa si estamos de acuerdo o no, pero que vayamos en la misma dirección".

El beneficio de esta desorganización, de la descalificación, de la anarquía, del apostar a menos responsabilidad, de apostar a menor costo y pensar que todo se resuelve con dinero, es solamente para los de "afuera".

Así es, estamos en peligro, estamos vulnerables desorganizados, desorientados, sin querer hacer gran cosa, porque aunque uno solo haga algo, no servirá de mucho, los de "afuera" lo pueden "controlar" rápidamente.

Es la historia de mi edificio y es la historia de nuestra colonia, población, municipio, estado y país.

Lo veo, lo siento y lo vivo en cada momento, en mis viajes al norte, al sur, en mi ciudad, en las noticias, en el internet. Los de "afuera" están mejor organizados o al menos tienen un destino mejor formado del que nosotros queremos o al menos del rumbo que se supone quisiéramos tener.

domingo, 6 de junio de 2010

Cuento para niñas y niños: Los príncipes

Creo que si algo pueden regalarle los padres y madres a sus hijos, en alguna de esas ocasiones que te piden un cuento o que les leas o cantes algo para dormir. Es crearles un cuento o una canción para ellos.
Me gusta inventar historias o cuentos de vez en cuando. Así que cuando me tocó inventar un cuento para dormir para mis hijos, intenté algunas cosas ya que la idea me emocionaba, pero para ser honesto no funcionaron mucho.
Sin embargo mi esposa como buena madre, tuvo una gran imaginación e inventó un maravilloso cuento, que a mis hijos les fascinó y creo que debe compartirse para que algún padre perdido en la noche pueda dárselo también a sus hijos. Las partes "raras" son aportaciones de mis propios hijos al construir el cuento.
Los Príncipes y el caballo.
Había una vez, en un reino muy pero muy lejano un castillo dónde vivían una Princesa y un Príncipe mágicos.
Un día cuando la Princesa caminaba por los jardines del palacio, se encontró a un caballo blanco enfermo, que no podía correr ni caminar. La Princesa al verlo se entristeció mucho y se acercó para ver que le sucedía.
-Hola caballo ¿Qué te sucede?- Preguntó la Princesa.
-No puedo correr ni caminar Princesa, una malvada bruja me hechizó- Respondió el caballo.
La Princesa se sorprendió mucho así, que fue a avisarle a su hermano el Príncipe de inmediato, para ver como podían ayudar al caballo.
-¿Cómo podemos ayudarte amigo?- Preguntó el Príncipe a quién también le preocupaban los animales de su reino.
-No lo sé-Respondió el caballo- Tal vez me pueda ayudar el Mago Gris que vive en la montaña más allá del mar.
-No te preocupes amigo, nosotros te ayudaremos, iremos con el Mago Gris para que cure- le prometió el Príncipe.
El Mago Gris, vivía en una montaña más allá del mar y nadie lo visitaba porque estaba muy lejos y difícil de llegar. Pero para los Príncipes, no era problema.
Se acercaron al mar y la Princesa mágica se zambulló y cuando estaba en el mar se convirtió en una hermosa sirena.
El Príncipe por su lado, aventándose un clavado al mar, se convertía en un tiburón, con todo y dientes.
Ambos nadaron muy rápido por el mar para llegar a la Montaña Gris, dónde vivía el Mago. Nadaron tan rápido que llegaron muy pronto a la casa del Mago y ya estaban tocando la puerta de su casa en un santiamén.
El Mago abrió la puerta, pero no se sorprendió de verlos y los invitó a pasar a su casa, dónde tenía un caldero, dónde estaba preparando una poción mágica.
-Príncipes, sé que vienen a ayudar a su amigo el caballo. Pero quiero que sepan que para poder curarlo, es necesario que reunir ingredientes muy pero muy difíciles de encontrar- Dijo el Mago.
- No importa Mago, nosotros ayudaremos a nuestro amigo- Dijo rápidamente la Princesa.
El Mago Gris entonces mirándolos fijamente, les entregó tres pequeños frascos, mientras les daba las instrucciones.
- Bueno, ya que están tan decididos les diré que en cada uno de estos frascos pongan los ingredientes que necesito: Una pizca del sonido del mar, un trozo de la cima de la montaña más alta del mar y un pedacito de nube- Dijo el Mago Gris.
Partieron entonces cada uno con un frasco. La Princesa se preguntaba dónde podía conseguir una pizca del sonido del Mar, así que se fue nadando hasta el fondo preguntando.
Fue entonces que una almeja le dijo, que el Señor Caracol siempre reunía los mejores fragmentos del sonido del mar, para almacenarlos en su concha. Así que la Princesa se dirigió con el Señor Caracol, quién al saber de su misión, con gusto le regaló uno de sus mejores fragmentos del sonido del mar y lo colocaron en el frasco.
Mientras el Príncipe, que nadaba hacia la montaña se preguntaba cómo podría llevarse un trozo de la cima de la montaña más alta del mar. Al llegar se dio cuenta que la montaña estaba muy pero muy dura y no podría llevarse ni siquiera un trozo de la base.
Pero entonces quiso asomarse a la cima y vio que la roca ahí parecía más suave, así que nadó hasta el fondo del mar para tomar vuelo y nadó tan rápido, pero tan rápido que salió volando del mar como un cohete hasta la cima de la montaña y cuando estaba en el aire, cerca de la cima de la montaña, con sus poderosos dientes de tiburón arrancó un pedazo de la cima y no se hizo daño porque estaba muy suave.
Así los dos príncipes regresaron con sus frascos, pero faltaba el más ingrediente más difícil: El pedacito de nube. No importaba que tan alto saltaran jamás iban a alcanzar una nube, ellas pasaban muy pero muy alto.
Pero recordaron que una de las montañas de su reino a veces las nubes bajan casi hasta tocar la tierra para dejar unas gotitas de rocío sobre las plantas y flores.
Así que se dirigieron a la montaña dónde se unen la tierra y el cielo ahí tomaron el pedazo de nube que les hacía falta y se lo llevaron al Mago Gris.
El Mago Gris quedó muy sorprendido porque lograron reunir los ingredientes para curar a su amigo el Caballo, así que tomó los frascos y comenzó a realizar sus palabras mágicas.
- Ocus Pocus, tú estás Locus, Abracadabra patas de cabra y que me parta un rayo si no se cura esté caballo- Gritó el Mago, al momento que se escuchaba un gran trueno y se iluminaba todo como si un rayo hubiese caído ahí.
Los príncipes quedaron gratamente sorprendidos al ver que al disiparse el humo y el brillo, aparecía su amigo el caballo corriendo. ¡Al fin estaba curado!
El Mago Gris al ver que los príncipes estaban contentos por su amigo y que gracias a su esfuerzo lo habían salvado, les concedió dos regalos:
A la Princesa le regaló el poder convertirse en un Unicornio Alado, al Príncipe un coche de carreras rojo Ferrari y así los tres podrían jugar carreras con su amigo el Caballo.
Y Colorín Colorado este cuento se ha acabado...