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Hace mucho me cosquilleo la fantasía y la melancolía y cuando las saqué de mí se volvieron letras, luego se fueron al olvido y de ahí parto, para compartirlas con mis amigos.

domingo, 21 de agosto de 2011

Un día se despertó

Hace poco fui al Cine a ver una película que me pudo encantar, que me tocó, no porqué fuera muy buena o muy mala, pude entender al personaje y su historia: Media Noche en París de Woody Allen. Lejos de comentar la película me recordó un cuento que tocaba parte de esa temática y que me gusta mucho y decidí compartirselos.

Un día se despertó, un poco adormilado se dirigió al baño y se miró en el espejo, vio su imagen con el cabello despeinado, ojos a medio abrir, una barba sin rasurar y la ausencia de una sonrisa que delataba su frustración.

Empapó su cara y cabello, limpió su rostro y volvió a empapar su cabello lo suficiente para aplacarlo. Miró el rastrillo pero decidió ignorarlo igual que con la toalla.

Fue a su habitación y observó en el buró un cuaderno abierto, lleno de garabatos. Se detuvo un momento como quien se detiene a orar en un altar.Tomó una camisa y unos jeans, se vistió y volvió al espejo.

Ahora veía otra imagen, era la misma persona, pero ahora con una sonrisa que hacía cómplice a su reflejo de la loca idea que se le acababa de ocurrir.

Volvió al cuarto, tomó su cuaderno y lápiz, hurgó en un bote de pintura y tomó sus dineros para casos de emergencia. Se dirigió a la puerta y volteó por última vez para despedirse de todo hasta de él mismo.

Al primer lugar que fue, era un parqué, busco una banca y se sentó a escribir, dibujar y garabatear. Al poco rato sintió hambre y fue a un café. Ahí comió, bebió y volvió a sacar su cuaderno. Paso el tiempo, mientras su lápiz devoraba las hojas en blanco.

Al llegar la tarde, se dirigió a un hotelucho y alquiló un cuarto. Volvió a salir y se fue a un bar, donde pidió un par de tragos, volvió a sacar su cuaderno, pero esta vez no escribió nada, solo observaba como quién observa un televisor detrás del aparador.

Terminó su bebida y regresó al hotel, volvió a sacar su cuaderno y volvió a escribir, dibujar y garabatear en las hojas en blanco restantes y sobre algunas ya usadas hasta que se quedó dormido.

Al día siguiente se despertó, un poco adormilado, se dirigió al baño y se miró en el espejo vio su imagen y se sonrió. - Desde hoy seré escritor - Se dijo muy seguro de si mismo.

Tomó una ducha y volvió a vestirse e volvió a ignorar la toalla, como queriendo que el sol y la mañana lo secaran.

Salió de nuevo al parque, sacó su cuaderno y volvió a escribir, dibujar y garabatear. De nueva cuenta fue al café dónde comió, bebió, escribió y hasta coqueteó con la mesera, con la que compartió algún escrito y unas cuantas risas.

Cayó la tarde y regresó al hotel y comenzó a escribir hasta que se le agotaron las hojas. Fumó un cigarro resignado, al terminarlo se puso en pie, miró su cuaderno en el buró como quien se detiene en un altar a orar. Se dirigió a la puerta y volteó por última vez para despedirse de todo, hasta de él mismo.

Se despertó un poco adormilado, se dirigió al baño y se miró en el espejo, vio su imagen con el cabello despeinado, ojos a medio abrir, una barba sin rasurar y la ausencia de una sonrisa que delataba su frustración.

Tomó una ducha, esta vez no olvidó ni la toalla, ni el rastrillo. Se vistió y al tiempo que incluía una corbata en su vestimenta, mientras murmuraba - Es lunes.

Fue a su habitación y se detuvo frente al buró vacío como quien se detiene a observar un muerto. Se dirigió a la puerta y volteo por última vez para despedirse de todo. Pero al cerrar la puerta se sonrío y se dijo - El viernes compraré otro-

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