... La verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos. (.. .) La estiras, la extiendes, y nunca es suficiente. La sacudes, le das patadas, pero no llega a cubrirnos. Y desde que llegamos, llorando, hasta que nos vamos muriendo, sólo nos cubre la cara, mientras gemimos, lloramos y gritamos. Fragmento de la película cuando el maestro Keating confronta a Todd para que vea el retrato de Walt Whitman
Como cualquier viaje que aguarda tanto tiempo y regresas a esas películas de tu adolescencia, como a esos libros o canciones y regresas con la mirada adulta, con las cicatrices de la experiencia y con el equipaje extra de ser padre lees ahora cosas que no leías, ves palabras escondidas.
Recuerdo que cuando vi la película en mis dulce 16, en el tema del suicidio, sin dudarlo culpe al intransigente padre del muchacho que lo orilló a irse de esta vida por no poder cumplir su sueño. Y ahora como padre tengo una lectura totalmente distinta, ahora veo como un intransigente padre quiere vivir a través de su hijo y aun así le da opción de defender su opinión y no lo hace yéndose con la última palabra en su muerte.
Y es ahora que veo claramente sobre la ingenuidad que pesa sobre sobre nosotros, una absurda ignorancia de creernos inmortales, de ser inconcientes de nuestra muerte y por ello no sacamos el tuétano de nuestra vida y que cuando al fin la enfrentemos, sepamos que hicimos algo extraordinario.
Morirse es lo más fácil, morirse no tiene gracia, todos moriremos de una u otra manera, ese es nuestro destino inevitable, Que no te sorprenda la verdad que sólo vas a morir y que el miedo es sólo a encontrarte en el umbral arrepentido de no haber sacado el tuétano a la vida.
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