En la típica clase después de la hora de la comida, escuchaba al profesor, escuchaba a todos, pero poco a poco me iba poniendo en off.
Los ojos más pesados, las voces más lejanas, el sopor en mi cara como si estuviera frente a una tarro de hierbas recién hervidas, el silencio rondando. Los ojos más pesados.
De pronto un ruido perturba mi meditar, pero descubro que no hay de que alarmarse y vuelvo a inclinar la cabeza con ganas de dormir.
Al final ya no veo que escribo. Ni lo que digo, pero el sopor y el cansancio no podían ser más extraños e inoportunos.
En fin cuando termine el escrito y estar esquivando cada tiro que el sueño se acerca más... podré meditar sobre el tipo de sueño que tengo.
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