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Hace mucho me cosquilleo la fantasía y la melancolía y cuando las saqué de mí se volvieron letras, luego se fueron al olvido y de ahí parto, para compartirlas con mis amigos.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Caridad

Cada vez que pienso en la palabra Caridad, me viene a la mente esa película mexicana con Sara García: Fe, Esperanza y Caridad. Que en alguna inevitable situación me vi forzado a verla de niño, por no existir otra alternativa en televisión mientras esperaba en casa de unos tíos ya para irnos.

Pero todo esto viene porque me re-entero que Fe, Esperanza y Caridad, vienen siendo las virtudes teologales máximas que seguramente me indicaron en el catecismo y como buen católico a la mexicana...terminé olvidando.

Ya el tema del catolicismo a la mexicana lo abordaré en otro momento, pero bueno soy uno de los muchos desencantados de la prole de la iglesia y comodino de sus ritos. Pero esa es otra historia.

Para escribir esta historia, me refresqué la memoria acerca del significado de caridad. Ya que mucha gente se da por ofendida si se le da algo por caridad, incluso uno se averguenza de actuar por caridad.

No sé en que momento perdimos la brújula y pensamos que la caridad es algo relacionado con que sólo puede darse por gente que tiene de más o con algo que le sobre, o simplemente un concepto presuntuoso.

Ahora me doy cuenta del profundo sentido de la Caridad fuera de religión, simplemente como un aspecto meramente humano y meramente valioso para nuestra coexistencia y desarrollo como seres pensantes, conscientes de nuestra influencia en nuestro mundo.

Caridad significa simplemente amar al prójimo como a ti mismo, es darle a otro lo que te darías tú mismo, es verte reflejado en el otro y amarte a través de tus acciones por alguien que las puede necesitar. Ya sé que esto suena conocido ¿no? Bueno si es uno de los "slogans" con mejor penetración en el mercado en este consumista mundo, ¿Por qué tiene menos efecto que otros?

Todo lo anterior viene por una anécdota que me empuja a compartirla con algún extraviado que haya llegado leer esta reflexión...

"El fin de semana salí a compartir con mi familia, tiempo de calidad. Esto es una típica salida con los niños, la posibilidad de comer fuera, hacer el súper, etc.

En el trayecto mi hijo llevo sus carros de metal y los compartía con mi hija de vez en cuando para matar el aburrimiento que los abrumaba cuando platicábamos algo en particular mi esposa y yo.

Uno de esos autos era la manzana de la discordia para ambos, un auto blanco que mi hijo celaba ferozmente y no iba compartir con su hermana.

Al final del día cuando estábamos guardando en la cajuela las compras del supermercado, mi hijo se percató por su ventanilla de un niño que trataba de vender unos dulces a los que salían de la tienda.

Entonces me hizo la seña de que me quería decir algo al oído, me acerqué y me dijo -Quiero regalarle un coche al niño.

Lo único que dije fue: ¿Realmente quieres hacerlo?

Lo acompañé hasta el niño y le dijo: ¿Te gustaría que te regalara un coche? y el niño asintió, al momento que mi hijo colocaba el auto blanco en la caja de dulces y se dio la vuelta mientras el otro niño apenas musitaba un gracias.

Voltee, pero el niño ya se había ido corriendo de ahí con el auto. Miré conmovido a mi hijo y le pregunté ¿Cómo te sientes? y me dijo que bien y subió al auto."

Y de todo esto me viene la pregunta, si la caridad se enseña o viene innata en el ser humano. No creo ser en realidad un vivo ejemplo de ella, aunque procuro tratar bien a las personas en lo general, pero como muchos no me involucro.

Tenía ese concepto torcido de la caridad y limosna, dar de lo que te sobra, ayudar a otros, etc. Pero ahora me doy cuenta que das eso que te nace, para amar a los otros como te amas a tí mismo.

Y viene otro momento de iluminación: Qué manera de amarse mi hijo, para darle uno de sus autos favoritos a un niño desconocido y entonces miro como los demás nos amamos de una manera tan torcida que nos impide amar plenamente a nuestros prójimos porque no podemos amarnos a nosotros mismos.

Y fue así que para ese momento ya no supe si yo tuve algo que ver, en enseñarle a mi hijo acerca de la caridad o él me enseñó nuevamente la caridad o simplemente sucedieron ambas cosas.

1 comentario:

  1. Ufff pues ¿qué decir? yo creo que los niños fueron diseñados para eso precisamente, para jalarnos los pies de repente y aterrizarnos de un madrazo, y darnos cuenta de que más que enseñarlos, les aprendemos.

    Yo creo que Dios (y meteré mi comentario teológico, aunque sé que te choca el tema) los dotó de maravillosas características, mismas que los hacen únicos e increíbles, mismas que de repente se aparecen así, como un chispazo que nadie espera y de pronto te sorprenden y te maravillan y te dejan la lección para que no la olvides.

    Desafortunadamente vamos creciendo y con el crecimiento, vamos aprendiendo una bola de estupideces y damos paso al "conocimiento" que la vida nos va enseñando, pero esto a cambio de que vayamos desechando de nuestro sistema esas maravillosas características que nos fueron donadas por el creador... es cuando desechamos la caridad, el desapego de lo material, por la obsesión de poseer, por la imperiosa necesidad de ver sólo por nosotros mismos ¿no crees?.

    Me maravilla el acto tan humano de Santiago y me maravilla el poder expresar lo que la experiencia me deja y agradezco el que lo hayas compartido, porque finalmente hiciste lo mismo que tu hijo: compartiste un tesoro.

    Un abrazo

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