Hoy es mi última noche en dónde llame hogar, dónde tenía las llaves y abría la puerta y mcuho tiempo tenía quien me recibiera,alguien que se diera cuenta si llegaba o no. Muchos años fueron así.
Pero tambien hace tiempo que ya no se parecía mucho a ese santuario al que aspiraba. Hoy me encuentro en el umbral de la puerta de lo que ya no es, hoy es mi última noche en el sofá, mi última noche de esperanza de algo cambiara para seguir igual, igual que como pensaba, igual que como recordaba. Pero es una anhelo infantil.
Los adultos sabemos, que el cambio es la constante, que el cambio es el camino de la vida, anhelamos la paz, la certidumbre; pero nos conformamos con la aceptación, con la resignación de lo que no podemos cambiar.
Hoy siento tanta ira, tanta tristeza, tanta decepción, tanta desilusión, de saber que tengo que dejar atrás o si es que me han dejado atrás que ya no encontré mi hogar y hoy aceptar que tengo caminar a otro.
Agradecido estoy, al final fui afortunado, pocos viven tanto lo que yo viví, tuvieron tantas oportunidades de donde yo vengo, y aunque la resignación suena a consuelo de tontos, no es más que consuelo.
Hoy haré esa última caminata, hoy abriré la puerta como si viviera ahí, hoy esperare saludar a los que viven ahí, sin saber que son fantasmas en mi dimensión, y sin saber que yo soy un fantasma en la suya.
Hace mucho que dejo de ser mi hogar, no tenía caso por lo que fuera. Pero aún asi me aferré, hoy es el último estirón, es la última noche que miro ese lugar como si perteneciera ahí.
Hoy abandono la esperanza, la ingenuidad, el recuerdo. Hoy duerno como si fuera esa ilusión. Gracias, gracias por esa última noche.
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